La fascinación de mi primo Coco son las armas y las cámaras
fotográficas, a sus no muy lejanos 70 años, ambas pasiones han sido también su
medio de vida, bien por él…trabajar en lo que nos gusta da una sensación como
que el trabajo es más bien un pasatiempo. Pero hoy voy a hablar sobre su
tercera afinidad la cual compartimos, y esa es la cocina.
La última vez que nos vimos fue por una invitación a una espectacular
parrilla en su casa, él preparo todo por su puesto. Había lomo, bife y
costillas de cerdo, acompañado de hongos
rellenos, papas al vapor con salsa de
queso y abundante ensalada.
Coco es cuidadoso en ciertas compras -al igual que yo- específicamente la carne de
cerdo. Lo adquirimos de una marca
garantizada y en lugar garantizado. Cuesta un poco más pero nuestra salud es lo
primero. Generalmente lo compramos en supermercados Wong, Vivanda o Plaza Vea
pero nunca en el mercado, lo que sucede
-y ese es el pensar de muchos- que nos puedan meter gato por liebre, se
ha informado en las noticias que en algunos mercados se ha expendido carne de
burro o caballo en vez de la de res, lo cual no sería problema siempre y cuando
sea de una buena procedencia, es decir que hayan sido criados para el consumo
humano. (Igual yo no comería ya que no tengo costumbre de esos tipos de
carnes). Con el cerdo no habrá mucho inconveniente en reconocerlo, el problema
radica en la procedencia.
Hay granjas para crianzas de cerdos, bueno el término granja
no sería justo, son lodazales
asquerosos, obviamente sin licencia para
funcionar, clandestinas, mal olientes, alrededor todo es putrefacción (soy
testigo, conozco algunas) las cuales los miserables cerditos se alimentan
literalmente de bazofias. Está mala
crianza contrasta a una verdadera granja formal, la cual también conozco, donde
para ver a los chanchitos hay que ponerse una ropa adecuada y botas de caucho
que tienen que ser desinfectadas con un liquido que está justo en la entrada.
Estos animalitos son alimentados correctamente con una dieta equilibrada,
totalmente limpios con buenas instalaciones de agua haciendo drenar como debe
ser los desechos. Además son chequeados frecuentemente por veterinarios. Mi
terror con el credo es la TRIQUINA.
Cuando preparo alguna ensalada mis precauciones son básicas,
por ejemplo para lavar la lechuga, la deshojo la pongo en una coladera y hago
escurrir agua. Coco en cambio, pone las
hojas en un recipiente, vierte agua y le echa unas gotitas de un desinfectante
especial que también lo adquiere en el supermercado, espera unos 15 minutos
vota el agua y deja secar el vegetal y ya está
listo para consumirlo.
Yo pensé: “¡Que exageradito el primo!” Sin embargo, ese razonamiento cambio desde el
día de ayer que fui a comprar al ¡mercado!
Visitando a mi “caserita”
le pedí 2 kilos de fresas y unas hortalizas. De pronto, entre los duraznos, salió un
¡ratoncito! No era una rata era… un ratoncito, pero igual, ambos viven en las
alcantarillas. Mi pulso se me acelero un poco, si hubiera sido una rata, de seguro hubiera gritado como mujer viendo
una película de horror –tengo fobias a las ratas y más aun a las cucarachas y
si son de las que vuelan…me muero-
Ya en casa, pero pensando todavía en el roedor, lave las
fresas una y otra vez escurriéndole agua
en un colador desechando cualquier polvo adherida a la fruta, para luego
disponerlas en un balde pequeño verterle 2 litros de agua y poner 1 cucharita
de cloro por unos 15 minutos. Al final boto el agua del cloro y vuelvo a
enjuagar la fruta unas 3 veces.
De ahora en adelante desinfectaré adecuadamente las frutas y
verduras. No fuiste nada exagerado querido primo Coco…para una VIDA SANA