viernes, 27 de marzo de 2009

frank otero luque....para VIDA SANA


Tengo la fortuna de conocer a un buen grupo de personas que he llegado a apreciar bastante… y a otro grupo, por cierto; bastante más pequeño –no pasan de 6- que los considero grandes amigos.

Un punto en común con estos grandes amigos es que lastimosamente no los veo con la frecuencia que quisiera. Por ejemplo, a Juan Carlos no lo veo ¡¡13 larguísimos años!!... a Julio 10… Hernán 6…a Giorgio más de 1 año…a Paul hace un par de meses. Por lo menos en esta nueva y maravillosa era de Internet, se hace todo más fácil en lo que a comunicación se refiere, ahora no existe pretexto alguno para no estar en contacto con las personas que queremos.

De todos estos maravillosos amigos, hay uno en especial que aún no he mencionado: Frank Otero Luque. Frankie, para sus allegados.

A Frankie lo conozco desde hace 37 años, cuando yo apenas era un niño de 10 y el un “viejo” de 13. Tal vez él no lo sepa –hasta ahora- pero lo consideraba como a un héroe, a la persona que debía seguir, como a un hermano mayor, quería de alguna manera imitar algunos rasgos de su comportamiento, quería ser tan aplicado como lo era él en el colegio.

Recuerdo que Frankie era tan detallista, como que las cosas las quería lo más cerca a lo perfecto. En el colegio, en vez de usar los cuadernos comunes y silvestres como todo “niño normal” él usaba hojas sueltas, de esas que vienen con tres huequitos para ser ubicadas en un cuaderno especial con espiral, creo que se los conocía como “pioner” o algo así. A esas dichosas hojas, él tenía la paciencia de ponerles un refuerzo en cada huequito para evitar así que se rompiera con facilidad, pero lo que realmente me asombraba era que todos sus “cuadernos” eran escritos a ¡¡máquina de escribir!! Claro, la presentación era de lujo, imagino que todos sus compañeros y hasta sus mismos profesores admiraban –y envidiaban también- su trabajo.

Una anécdota de Frankie, divertida, que no se borrará nunca de mi mente, es que el muy vivo le pidió a una amiga mayor a él que le enseñara a BESAR…..¡¡y la chica así lo hizo!!

Años después, mi buen amigo emigró a Estados Unidos por unos años para luego radicar en Venezuela por otros tantos, perdí su pista totalmente por un buen tiempo, hasta reencontrarme de manera afortunada con él hace más de una década.

Cuando le doy consejos a mi hijo Carlitos, sobre la vida, tengo necesariamente que mencionar a Frankie, y es que una persona íntegra en todo aspecto es un ejemplo a seguir.

Estas pocas líneas están dedicadas a ti mi querido Frankie, quiero que sepas que me siento recompensado por dejarme ser tu AMIGO.

Este 28 de Marzo, día de tu onomástico “Sin Cuenta” te envío un sincero y fraternal abrazo, espero que este año sea para ti de mucho éxito y por sobre todo te acompañe una buena SALUD.

Feliz Cumpleaños, Frankie!!!!!!!!

Enri

miércoles, 4 de marzo de 2009

¡¡Hagan juego señoras y señores….no va más!!....para una vida sana

Las veces que Mauricio –cuando adolescente- paseaba por la avenida 9 de Octubre (Guayaquil) siempre le llamaba la atención un bonito edificio con extraordinarias luces intermitentes, que destellaban iluminando toda la acera, se leía: Hotel Casino Boulevard. “Cuando sea mayor de edad, de todas maneras tengo que entrar a conocer” –se prometió-
No fue sino hasta que cumplió sus 22 que se animo a ingresar, el panorama interior lo dejo turulato, simplemente no podía creer lo que sus ojos veían, todo un “sistema de diversión”. El sonido de las maquinas traga monedas eran hipnotizadoras, sobre todo cuando alguien ganaba y caían los “coins” –fichitas- hasta el aroma del ambiente, la mezcla de tabaco y cocteles lo cautivaban.
Pero lo que más sedujo a Mauricio fue esa extraña mesa con 38 números encasillados en cuadros, arriba de ellos había una rueda con los mismos números y adicionalmente una bolita evidentemente de acero. El “tallador” –empleado encargado de distribuir el juego- al hacer girar dicha rueda lanzaba la bolita y esta se introducía al azar en cualquier número. Al mismo tiempo, Mauricio observaba que unos jugadores alzaban sus decibeles de contentos, porque el número ganador coincidía con el número que ellos habían apostado…y a otros quejándose apesadumbrados por no acertar.
Esa noche Mauricio acompañaba a un amigo que fungía de “maestro”. Este le dijo: “Es simple, le juegas un dólar a uno de los casilleros, yo te sugiero que apuestes al “pleno” -la ficha en un solo número- ya que te paga 35 veces tu apuesta. Así lo hizo y….GANO!!!! Que increíble, la suerte del principiante, cayó en el 7 rojo al que aposto, ganó 35 dólares sin saber leer ni escribir. ¡Qué estupendo negocio! –pensó-
Mauricio exaltado de emoción dijo: “Ya que he ganado, lo inteligente sería retirarme” y así lo hizo, cobró su dinero y se ubicó como un mero observador, “La idea es aprender más” dijo.
Se apasionó tanto que aprendió bastante esa primera noche “fastuosa” Ya sabía que era un semi-pleno, transversal, columna, color, mayor, menor, pares, nones, etc. etc.

Mauricio tenía un trabajo bastante aceptable en lo que a retribución se refería ya que contando con nula experiencia laboral y sin profesión terminada, podía solventar gastos de universidad, aportaba con algo a su casa, podía comprarse alguna que otra prenda de vestir todos los meses, tenía para diversiones como discoteca y cine, o sea el dinerito le alcanzaba de lo más bien.
Claro todo iba bien antes que pisara la sala de juegos, gradualmente no le quedo otra que restringirse con sus gastos, ya que buena parte del sueldo se quedaba en la ruleta

Ganar las primeras veces en un casino, es lo peor que le puede pasar a cualquiera y a Mauricio le sucedió ni más ni menos, al cabo de unos pocos meses era ya un asiduo asistente a la mesa de ruleta, era un “caserito” más, ya pertenecía a la “familia”, siempre veía las mismas caras, conocía como era el estilo de juego de cada jugador, como a que número gustaban apostar, cantidad que invertían, temperamento de cada uno, etc.

Ahora ni en el trabajo ni en la universidad, la sensación de la ruleta lo dejaba en paz, sentía ansiedad de salir despavorido para ir al casino, empezó a disminuir la calidad en sus labores diarias, a bajar las notas. En lo personal le fue cambiando su carácter, de amable a casi irascible y es que ya no descansaba como antes, se quedaba hasta las 2am casi a diario en el juego teniéndose que levantar a las 6am, las malas dormidas estresan y hacen coléricas a cualquier persona.

Mauricio como muchos otros llego a ser un ludópata. La ludopatía es un trastorno que hace que el individuo afectado tenga una incontrolable necesidad de jugar por dinero, tanto así que le dará prioridad por casi sobre todo, su familia, trabajo y bienes materiales.
El jugador compulsivo es el que nunca está satisfecho, no es capaz de parar. El fugaz momento que la fortuna pareciera que lo pudiera favorecer, en vez de conformarse e irse, sencillamente continúa y continúa…hasta PERDER.
El entorno del ludópata sale tan o más afectado, el comportamiento afecta tanto que hace que los familiares cercanos sufran de depresión, en una buena parte de los casos el matrimonio del jugador compulsivo se desbarata y termina en una lógica separación.

Si conoces a alguien que sufra de este grave y peligroso trastorno, préstale tu ayuda, sugiriéndole o en el peor de los casos internándolo en un centro de rehabilitación, a la larga de seguro que te lo agradecerá.
NO hagan juego señoras y señores….NUNCA MAS!!!!.....para una VIDA SANA


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